Hay gente que me inspira profundamente ganas de seguir luchando… por su valentía, impulso y ganas de seguir creciendo a nivel personal.
Una de esas personas es Mary Kay, la fundadora de la firma de cosmética que lleva su nombre y la cual comenzó con una crema hidratante para manos y es, a día de hoy, una de las marcas de belleza de primera calidad.
Aunque podéis conocer más sobre la señora Kay Ash en su propia web, contaros brevemente que en los 50′ era ya una mujer que se salía de los cánones que estaban establecidos para las féminas en aquellos años: era además de madre y ama de casa… una comercial implacable que ayudó a levantar la empresa en la que trabajaba entonces siendo la promotora de grandes proyectos, los cuales nunca le reconocieren por el simple hecho de ser mujer.
La gota que colmó el vaso de su santa paciencia, fue aquella en la que tuvieron que nombrar a un subdirector y la dejaron a un lado sin contar con ella. Cuando Mary fue a pedir explicaciones le dijeron algo así como “Si Mary, vales muchísimo… eres la mejor, la más trabajadora y eficiente… pero comprende que se nos echarían encima si los trabajadores tuvieran como jefa a una mujer. Es impensable”
Supongo que después de recuperarse del golpe y de que su cara dejara de ser la mismísima expresión del más absoluto de los asombros, algo dentro de ella vibró de tal manera que le hizo coger todos sus bártulos decidiendo emprender su propio camino profesional. Otra mujer en sus circunstancias, hubiera desistido pensando que no tenía nada que hacer, encerrándose en casa a ocuparse de sus hijos y marido, con un delantal de bonito estampado floral y centrando todas sus preocupaciones en hornear como es debido una fila de galletas de jengibre. Que oye, no es mal plan (soy defensora a ultranza de esta decisión. Yo misma hubiera dado todo por disfrutar de los hijos que no he podido tener, de mi casa y de mis galletas. Bueno, esto último no. Todo el mundo sabe que es mejor que no entre por la cocina ¿verdad?)
Mary Kay, en cambio, sabía que ese no era su destino, que todos sus conocimientos, sabiduría y energía estaban destinados a ser más fructíferos en otras lindes.
Así que como cualquier mujer de hoy en día, siguió ocupándose de sus hijos, marido y galletas, pero a la par y tras un encuentro totalmente casual (o no, el destino es muy sabio) con la que sería su primera crema hidratante para manos, emprendió una nueva andadura que la llevaría muy lejos: un día en el que visitó a un curtidor de pieles que había cerca de su casa, comprobó con sorpresa que aquel hombre tenía unas manos perfectamente cuidadas. Le produjo tal curiosidad que a los días volvió a preguntarle cómo podía ser que con aquel trabajo suyo en el que manipulaba tejidos y objetos tan rudos pudiera tener aquella calidad cutánea. Él, sin tener la más mínima idea de lo que su respuesta iba a desencadenar, le señaló un bote que contenía una cera a base de miel de abejas con la que se limpiaba las manos al terminar cada jornada.
Mary Kay mandó a un laboratorio aquella crema y patentó la fórmula.
Hizo un primer pedido de pequeños botecitos para distribuir entre amigas y familiares. Fue un éxito rotundo y pronto tuvo que pedir más cajas con botes de crema de miel de abejas.
A día de hoy la formula sigue intacta y a raíz de este descubrimiento creó una colección de productos de belleza y pronto su nombre comenzó a estar en boca de todos, hasta tal punto que años después gran parte de los habitantes de Estados Unidos tenía un producto Mary Kay en su neceser.
Ojo. Este es el ejemplo de como un nombre puede darse a conocer con esfuerzo y tesón. El mismo nombre que un día un jefe no quiso que apareciera entre la lista de los directivos de su empresa.
Una vez más, el “todo pasa por algo” vuelve a aparecer en una historia.
Mary Kay Ash nadó contra corriente en una sociedad en la que las mujeres no tenían ni voz ni voto, en la que era impensable que pudieran hacer algo más que ocuparse de la casa y de los hijos y de las cuales no se esperaba que brillaran más que los hombres.
De este imperio Kay nació algo aún más hermoso: Un método de trabajo dirigido a la mujer para que esta pueda compaginar su vida personal con la oportunidad de avanzar profesionalmente. Al igual que la fórmula de la crema de cera de abejas se mantuvo intacta, ocurrió lo mismo con el método de cuidar a sus empleadas y animarlas a crear sus propios negocios con horarios que ellas mismas pudieran amoldar a sus necesidades.
Cincuenta y pocos años después la firma se ha expandido por diferentes países, entre ellos el nuestro y una de las delegaciones del grupo situada en Zaragoza está capitaneada por Amaia Hinojar, una chica que se ha contagiado de la esencia Mary Kay que ha sabido saltar obstáculos con la misma agilidad que la fundadora.
El pasado viernes el Grupo de Apoyo Hello! nos reunimos para conocer a Amaia, una de las asesoras Mary Kay que nos preparó algo absolutamente genial: una charla en la que nos contó la historia de Mary Kay y al hilo la suya propia: una aventura de largo recorrido en reproducción asistida que finalmente y saltando muchos, pero que muchos obstáculos que hacían presagiar que nunca lo conseguiría, nació su pequeño. Un bebé que viene a decirnos una vez más que los milagros se dan con mucha frecuencia de lo que pensamos.
Después, para dulcificar la emoción que Amaia nos transmitió en su relato (utilizamos los pañuelitos de celulosa que nos había preparado para la clase de belleza para secarnos las lágrimas y sonarnos los mocos) nos regaló una Master Class de cuidados de belleza y automaquillaje.
Fue una tarde genial, en la que pudimos aprender no solo que la constancia, el tesón y el luchar contra las adversidades siempre, siempre tiene frutos. A veces no son los que esperas, pero frutos al fin y al cabo.
Además salimos la mar de guapas, con unas pestañas kilométricas. Parecíamos recién salidas del reallity de las hermanas Kardashian.
El legado de Mary Kay sigue presente en muchas de sus asesoras… y un poco de ella queda en mi corazón para ayudarme a seguir luchando y persiguiendo todo aquello en lo que creo. Gracias Mary. Gracias Amaia.
P.D. Añado este pequeño apunte para aclarar que en este evento nadie cobró comisión y todo se hizo de manera altruista.