Háblate como le hablarías a alguien a quien amas.
Háblate como le hablarías a alguien a quien amas.
Nunca le diría a alguien a quien quiero algunas de las cosas que me digo a mí: «hay que ver como has subido de peso» «Vaya pelo que llevas» «Tienes una cara de acelga que no hay quien te mire» «Hay que ver que metedura de pata, desde luego es que no pierdes oportunidad de cagarla»… y así, infinito.
Tampoco se me ocurriría repasar continuamente sus errores pasados una y otra vez. Y otra vez. Y otra vez.
Como ni en mil vidas, le reprocharía que no estuviera a la altura de las circunstancias o que seguro que le sale mal.
Sin embargo, conmigo misma, como hay confianza y me conozco… me lo permito.
He subido de peso, llevo el pelo que da pena verlo, si no me pongo una de esas ampollas flash supervitaminadas en la cara antes de maquillarme, de verdad te digo que da penica verme y si, a metepatas y bocachancla no hay quien me gane. Eso si, te aseguro que es sin mala intención. Pero es que soy lenta de reflejos.
Y así todos los días.
Posiblemente me sentiría super humillada si otra persona viniera y me dijera algo así, pero humillarme yo sola es como de andar por casa: puedo soportarlo.
¿Te pasa a ti también?
¿Te hablas así?
A ver. No soy mucho de hacerme cumplidos. En cambio, como me gusta que la gente que me rodea esté feliz, soy bastante generosa en ese sentido con ellos: «Vaya… ¡Hoy estás con el guapo subido!» «¿Has adelgazado? Te veo genial» «Eres genial, en serio, ahora solo tienes que creértelo tú» «Puedes hacerlo, ya verás qué bien te sale»
Hace tiempo caí, en que a mí misma nunca me había dicho ese tipo de cosas. ¿Por qué? No lo entiendo, si soy con la persona que más tiempo voy a pasar a lo largo de mi vida. Si he de cuidarme para llegar en equilibrio donde desee llegar.
Miro a mi alrededor y creo que en general, nos pasa un poco a todos: no sabemos hablarnos.
Somos crueles y despiadados porque no pensamos que nos merecemos una dosis extraordinaria de nuestro propio amor.
Amor propio. Que no narcisismo. Nada tiene que ver.
Se trata de querernos, de buscar la fórmula de mantenernos contentos día a día. De aceptar nuestros errores como aceptaríamos los de los demás (agitando la mano de arriba a abajo y diciendo «No pasa nada… de verdad… en un momentito lo solucionamos»
No podremos ser felices… felices de verdad, hasta que esta personita tan bonita que habita dentro de nosotros, sienta que la queremos.
Y así de fácil.
¿Te has dicho algo bonito hoy? Yo voy a empezar a decírmelo ahora mismo. Delante de ti, sin vergüenza ninguna: me gusta haber escrito esto. Creo que me ha quedado muy salao.