En estos últimos días, ha dado la casualidad que he hablado con varias de vosotras sobre la sensación que nos produce que las cigüeñas visiten hogares cercanos al nuestro.
De hecho, en los talleres Kit de Supervivencia hay un apartado especial en el que se trata este asunto, así que comparto con vosotros en este post.
Al principio (y sobre todo las primeras veces) un golpe seco de envidia te sacude por completo. Y es normal que esto suceda… estamos metidas hasta las cejas en este deseo infinito de ser madres que cualquier cosa relacionada nos produce un inmenso dolor, nos recuerda lo desdichadas que somos, aumenta el miedo a la incertidumbre de no saber si finalmente nos encontraremos con nuestro hijo e irremediablemente te asoma al abismo más profundo de absoluta tristeza.
A mi misma me sucedió… mis amigas, mis primas, todo mi entorno parecía embarazarse sin problema. Todas menos yo.
Hubo un Baby Boom a mi alrededor que era de alucinar. Cuando las cigüeñas nos visitan… nunca vienen de una en una.
Ni se, lo que me gasté en tartas de pañales. Soy miembro honorífico de empresas de pañales después de todo aquello…
Esas mujeres, con sus hermosas tripitas, con sus preparativos y luego con sus bebés en brazos no hacían otra cosa que recordarme (sin querer, por supuesto) lo infeliz que era.
Tenía un sentimiento tutti frutti: además de envidia, me sentía el ser más mezquino del mundo por ser así… ¿Como no podía alegrarme por una noticia de esas características? ¿Me había vuelto… mala?
Intentaba reponerme a base de distancia. Si no llamaba, si no me mezclaba con esa gente embarazada… pensaba entonces, que podría recuperarme y hacer como que todo eso no estaba ocurriendo. Pero claro, la vida avanza y hay situaciones de las que no puedes escapar y si lo haces… quedas como el cu*o.
Me senté conmigo misma y dije: «Eres tonta. De verdad que si… ¿Qué hay de malo en que la gente se quede embarazada? Antes, eso, te alegraba mogollón… Acuérdate la de veces que bromeaste con La Pelirroja de lo bonita que sería Sabina cuando llegara a engendrarse … o la de fantasías que proyectaste con tu prima Roxy sobre quien de las dos sería la primera en traer el nuevo miembro a la tribu… Y lo pensabas contenta e ilusionada… Era un sueño guay eso de ser tía…«
Y así es.
Debemos pensar, que antes de que todo esto de la infertilidad sucediera nos alegrábamos (y mucho) de los embarazos ajenos… porque un bebé deseado es SIEMPRE una buena noticia. Es el comienzo de una nueva vida, de una nueva historia…
No podemos consentir que todo este asunto nos empape más de lo necesario. Sería, además, muy injusto tanto para nosotras mismas como para la persona que está viviendo un momento glorioso de su vida. Si alguien comparte con nosotras esto, es porque para esa persona somos importantes y quiere vivir su alegría a nuestro ladito.
Bastante puñeta es que nos pase a nosotras, para que además, le permitamos a esta situación que se enrede en la vida de los demás… NO PODEMOS PERMITIRLO.
¿Qué hacer?
Yo os propongo que os enfrentéis a esta situación «poco a poco», como con cualquier otro obstáculo que la vida nos ponga… no hay nada más valiente que salir ahí afuera y enfrentarnos a nuestros miedos. Para eso aquí van unos pequeños tips:
1) No eres mala: Es lo más normal del mundo sentir lo que sientes cuando alguien a tu alrededor está embarazada o acaba de tener un bebé. ¿Como no nos va a doler? Así que lo primero de todo, normalizaremos la situación: los sentimientos vienen solos, pero nosotras no vamos a dejar que dominen nuestra existencia… ¡Ni por asomo!
2) Cuando alguien nos llama u organiza una reunión en la que sospechas que van a anunciar que están embarazados... lo primero que se nos pasa por la cabeza es «No voy. Me invento una excusa y… no… no voy ni de coña«, porque sabemos que vamos a tener que tragar de nuevo esa pena. Ahora piensa: antes de que nos pasara esto, ¿De que modo nos habríamos alegrado cuando una de nuestras amigas, primas o mujer cercana nos anuncia su embarazo? Lo más probable es que hubiéramos dado saltos de alegría y sentido especiales porque una nueva vida fuera a aparecer en la nuestra.
Eso es una de las primeras cosas que debemos recuperar.
Como he dicho al principio, tiene que ser «poco a poco», insisto en esto porque es muy importante.
Un «truqui»: si te reunen para anunciarte el embarazo, para conocer al bebé, para estar un rato con la persona embarazada… podemos decir que vamos a ir pero que tendremos que marcharnos pronto porque hemos quedado (o cualquier otra excusa que nos permita irnos a la hora aprox. de haber llegado), luego, si te sientes cómoda y no te vas, siempre puedes decir que has anulado la cita… y poco a poco podrás quedarte un poco más… y un poquito más…
3) Amar a la persona que habita en el interior de ese vientre: nuestro sobrino, el hijo de nuestra amiga… de una persona a la que queremos. A punto está de nacer alguien que se añadirá a la gente a la que queremos… y será especial porque nos recordará el milagro tan hermoso que se produce en tan solo nueve meses. En el momento que lo quieres y te implicas, la mitad de la pena se va volando. Os lo aseguro.
4) Ponerse «en el otro lado».
¿Has pensado como se puede sentir la persona que está embarazada?
Hablando con alguna de ellas, me han confesado que llegan a sentirse culpables e infinitamente tristes.
Tienen miedo a compartir con nosotras su aventura, porque les abruma hacernos daño o aumentar nuestra tristeza.
No podemos permitir que eso ocurra… nos vamos a perder una parte maravillosa de la vida de alguien… y eso es irrecuperable.
Depende cual sea vuestra relación o grado de confianza, podéis explicarles con naturalidad que por supuesto ellas no tienen culpa (aunque para nosotras esto sea lógico… ellas necesitan escucharlo para sentirse más seguras), que no tenéis nada en contra de su embarazo pero que te duele porque te asalta la duda de si tu podrás estar así de guapa y de embarazada un día de estos. Si lo decís con cariño, agarrándole la mano y explicando que ese bebé te va a ayudar a recobrar la ilusión… le vas a hacer la mujer más feliz del mundo.
Ellas necesitan su momento de gloria, de protagonismo… y están con todas las hormonas revolucionadas también… y ya sabes la mala leche que tienen las hormonas (nosotras somos expertas en estar hormonadas) pero esa locura hormonal se disuelve con grandes dosis de cariño.
.. y ahí estáis vosotras para dar abrazos gordos de esos que dicen cosas.
Ya sabéis que mi cuñada está embarazada. Os confesaré (y ella misma lo sabe, por eso comparto) que el primer contacto visual con su tripa me sigue casuando una pequeña punzada en el corazón… es cosa de tres segundos, justo el tiempo que me da para pensar que esa barrigota podría tenerla yo, acto seguido ver a Doña Envidia venir corriendo hacia nosotras y reunir fuerzas para decirle «Querida Envidia, ponte mirándo hacia allí…» darle una patada en el culo y alejarla lo más lejos posible de mi corazón.
Entonces me centro en la felicidad de mi cuñada, pienso que entre ella y yo hay un tripina que guarda a mi sobrino Pablo y me siento el ser más afortundado de todo el planeta.
Dentro de nada lo veré en vivo y en directo (y nada de ver esas ecografías en las que no distingo una cabeza de un trasero) y podré besuquearlo a mi antojo (y por supuesto darle todos esos caprichos que damos las tías para convertirnos en sus Personas Preferidas… es impagable abrir la puerta de casa de mi prima Roxy y ver a Paula corriendo hacia mí para darme un abrazo… es de los momentos más felices que tiene mi vida, os lo aseguro)
Se abre otra selección de vivencias con el embarazo de mi cuñada: ayudar en la deco de la habitación del sobri, esperar que me llame para salir corriendo hacia maternidad con el corazón a mil, ver los ojitos de ratón asustado en sus primeros instantes de vida, ayudar a cambiar por primera vez los pañales de Pablo (la cuñi es primeriza y yo ya tengo algo de experiencia en esa labor…), darle un baño, vivir junto a ella la magia de la maternidad… y al tiempo escuchar como me dice «tía» por primera vez y echarme a llorar de absoluta felicidad como lo hice con Leo, con Paula y con Adrián (qué importante se siente una cuando un mico le dice «tía», así… de repente)…y todo esto… en primera línea.
Llegará tu momento… ya lo verás… y desearás que la gente se alegre por ti. Y no podrás dejar de hablar de ello, porque te hará tan feliz que necesitarás compartirlo de continuo.
Todo esto cuesta un poquito al principio… y es absolutamente normal que las primeras veces duela. Pero una vez que te acostumbras y descubres la magia de que un pequeño ser haya decidido engendrarse cerquita de ti para comenzar una nueva vida, te sentirás llena de energía y buen rollo.
La vida sigue… y un buen día (seguro que no muy lejano) ese test de embarazo positivo estará en tus manos… y ya no llorarás en el baño de soledad, tristeza, desánimo y tortura… Llorarás de la mayor alegría que tu corazón haya sentido jamás.
Justo eso me esta pasando !!!
Siento que estoy flotando y no se como decirle a mi esposo que mi hermana esta esperando lo que el y yo tanto anhelamos, justo hoy me acabo de enterar y sentia que NADIE me comprendia, hasta que lei este blog. No puedo hablarlo con mi mama y mi otra hermana porque no quiero verme egoista, pero quien piensa en mi?
Yo tarde 6 años en tener a mi hija, por diversos motivos lo fuimos retrasando y luego no llegaba, por suerte llegó
Cada vez que te leo o cuando leí tu libro me encanta porque sabes llegar al corazón de la gente, eres maravillosa, estas haciendo un trabajo estupendo. Un beso
Tú si que molas! Gracias corazón! Un super super super achuchón para tí y tu chica!