Lo confieso. Se me da fatal lo de hacer una maleta pequeña, de esas para un fin de semana o una escapadita.
Empiezo metiendo lo básico y luego me voy liando con lo de «por si a caso tal y por si acaso cual» y la mayoría de las veces voy con un maletón de loca que no tiene ningún sentido.
En la vida, en general, pasa igual.
Nos vamos cargando de cosas innecesarias, llenando hasta los topes nuestra maleta porque se nos ha metido en la cabeza que «debemos» llevarlo o «no nos podemos permitir» no hacerlo.
Revisemos que es lo que pesa y no puede seguir con nosotros… un Checklist de las cosas que no es necesario que sigan ahí dentro.
– Relaciones o situaciones del pasado densas, espesas y decepcionantes. ¿Me quieres explicar para que co*o llevamos esto? Nos impide crecer y seguir con agilidad. Estamos con un continuo cabreo pensando en quien nos hizo daño o faltó a su honestidad con nosotros. Fuera. Esto sobra pero total.
– Culpabilidad. En el caso que realmente haya algo que te haga sentir mal, no hay nada como coger el teléfono y quedar con alguien con quien tenemos algo pendiente. Pedir «perdón» o dar por fin esa explicación que tanto nos cuesta. O cuando no hay explicación que sirva decir «Me equivoqué». Cuesta más programarlo que decirlo. Si por algún motivo ya no se puede llevar a cabo, aparca definitivamente ese sentimiento, no sirve de nada si ya nada se puede hacer. La vida te presentará nuevas oportunidades de redimirte, una situación similar en la que recuerdes como debes volver a actuar, esta vez, de manera correcta. La culpabilidad ocupa mucho y pesa demasiado… No es necesario que la lleves.
– Victimismo. Andar continuamente quejándose de esto y de lo otro es como tener la vejiga más pequeña del mundo y tener que parar para que hagas pis cada diez minutos: ralentiza el viaje, no te permite disfrutar del paisaje y a la larga, cansa a quien te rodea. No le permitas al dolor que se adueñe del espacio total de tu maleta, es un tío muy listo y lo va a intentar con toda su potencia, pero te aseguro que tienes la capacidad de plantarle cara y hacerle menos hueco cada día. Date tiempo, porque el tiempo es el mayor sanador de heridas que existe. El mejor.
– “No puedo, no soy capaz, tengo miedo” Vaya panda de tres. Yo las llamaría Las tres Marías: la mierda, la caca y la porquería. Son capaces de delimitar tu vida de tal manera que al final te acabes creyendo de verdad que no puedes, no eres capaz y que todo tiene algo de lo que asustarse. Mira ahí delante, tienes toda una vida para proyectar lo que deseas hacer, para ponerte manos a la obra, para luchar por lo que crees, para hacer realidad tus sueños. En definitiva, para demostrar (ya no al mundo, sino a ti mismo) que por supuesto que puedes, que eres capaz y que el miedo lo dejas para Cuarto Milenio. No siempre saldrán las cosas como deseamos, es más bien difícil que todo se desarrolle a nuestro antojo, pero eres capaz (y de sobra) de trazar una nueva ruta, un nuevo proyecto, de seguir soñando hasta después de pasar la barrera de los cien años (que por cierto, es una edad estupenda para que los de la tele vayan a tu casa, te hagan un reportaje y te pregunten cosas como que qué comes o qué has hecho para llegar a esa edad… hazte la interesante si llega el caso y píntante el morrete para que te vean bien divina)
Y hay más cosas que puedes quitar de esa maleta que pesa un huevo: preguntas sin respuesta; el famoso ¿Qué hubiera pasado si…?; gente con malicia, de esa que te pincha para que saltes (¡No lo permitas! Tienes que huir en plan HastaluegoLucas); decir SI a todo; asumir responsabilidades que no son tuyas… y un largo etcétera que seguro tu puedes completar, por que al abrir tu maleta empiezas a ver todos esos “por si acaso” que decidirás sacar, no sea que te amarguen el viaje.
Un besazo soles, como dicen en mi tierra “Vales un valer”