Voy a contarte algo.

Llevo ya algún tiempo dedicándome en cuerpo y alma a cuidar la parcela emocional de todos aquellos que nos vemos envueltos en un proceso de Reproducción Asistida.

Durante este tiempo he tenido la oportunidad de plantarme delante de especialistas y exponerles nuestros sentimientos, miedos y dudas. Les he presentado el Grupo de Apoyo Hello! les he hablado de lo necesario que era que se diera a conocer para poder ayudar a más personas a normalizar los tratamientos y sobrellevar de mejor manera este camino que nos separa de nuestro hijo.

Un hijo. Siempre que escribo esta palabra, un relámpago recorre mi cuerpo de arriba abajo. Un hijo. ¿Qué no estamos dispuestos a hacer por encontrarnos con él, verdad? Qué nos lo pregunten a cualquiera de nosotros, que nos embarcamos en este proyecto, seguramente el más brillante que una persona pueda plantearse, con una valentía que jamás hubiéramos reconocido antes en nosotros mismos.

He dado infinidad de charlas a pacientes, he organizado videoconferencias en las que personas que pasaban por lo mismo de ombligo a ombligo del mundo se animaban a conectarse para pasar un rato juntos, resolver dudas y sentirse comprendidos.

He escrito en foros, he salido en la tele, en la radio… he escrito un libro.

Mi vida, sin habérmelo propuesto, ha dado un giro (por fin puedo decirlo, porque te juro que hasta ahora no terminaba de creérmelo) y me he embarcado en el mundo de la Reproducción Asistida, en un camarote absolutamente diferente al de los demás… tan pequeño e invisible que no se ni cómo llamar a lo que hago (no soy psicóloga, no soy coach… ¿Qué soy?)

Lo que sé es que estoy aquí y que he tenido la oportunidad de conocer vuestras historias a través de esos emails que vienen y van de lado a lado del mapa, en Facebook, en Twitter y a través de mi teléfono móvil y de la manera que he podido hemos creado una corriente de ayuda mágica que ha dado forma al proyecto que hoy tengo entre manos. Siempre con vuestro cariño que es el que me ha dado el impulso para seguir. Sois mi vitamina, no me cansaré nunca de decirlo.

El viernes ocurrió algo genial. Algo para lo que seguramente no estaba preparada porque aún sigo con la sensación “chahipilongui” que sientes como cuando te enamoras un poquito y sabes que eso va a ir un poco más allá.

Me habían invitado a participar en un Programa Científico sobre Reproducción Asistida, donde especialistas de diferentes puntos de España iban a exponer los avances que tienen reservados para todos nosotros.

El lugar: Daroca, en el Hotel Cien Balcones (no os perdáis este lugar si queréis reservar algo bonito de verdad para vuestra pareja… yo creo que el entorno también contribuyó a mi estado de enamoramiento total…  😉 )

Los ponentes:
Dr. Antonio Urries, Jefe de la Unidad de Reproducción Asistida de Quiron Zaragoza y del que os he hablado ya en alguna otra ocasión.
Dr. Enrique Pérez de la Blanca de Hospital Quiron Málaga (@fertaid en Twitter… que quien me iba a decir que finalmente nos íbamos a conocer después de seguirnos en redes sociales)
Dr. Mark Grossman, Biólogo de Barcelona IVG (gente de Barcelona, que suerte tenéis de tener a este señor allí… es increíble lo implicado que está en que durante el proceso os sintáis bien emocionalmente. Un diez. Fue mi gran descubrimiento allí)
Dra. Txaro Jimenez, Ginecóloga de Hospital Quiron Bilbao (a la que le prometí visitar Bilbao y luego os contaré por qué)
Dr. Francisco Monzón, Andrólogo Hospital Quiron Zaragoza (a quien ya tenía la suerte de conocer porque nos vemos a diario en Quiron y está inmerso a tope en que a nuestros chicos se les dé su lugar de honor en los tratamientos de reproducción asistida (que oye, ya es hora de que les hagamos más caso a los pobres, ¿verdad?) estudiando todos los perfiles que pueden ayudar a nuestro objetivo de ser padres.

Cada charla duró una media hora y os aseguro que de la primera a la última estuve al borde de las lágrimas en más de una ocasión, porque me acordé de continuo de todos vosotros. Ojalá hubierais estado allí para sentir lo que hoy me hace escribir este post.

Esas personas que nos atienden detrás de una mesa de consulta, a las que vemos en muchas ocasiones distantes, siseando nuestros historiales y hablándonos de porcentajes, de óvulos, de espermatozoides, de IA, FIV, ICSI y otras siglas… esa gente de la que a veces ponemos el grito en el cielo porque “Hay que ver lo poco que se implican”, son personas cuyas vidas están dedicadas única y exclusivamente a seguir estudiando el modo más sencillo, rápido, menos costoso y eficaz con el que logremos abrazar a nuestros hijos.

Escuché sus preocupaciones, los estudios a los que dedican todo el tiempo del mundo, los tochos de textos que leen una y otra vez intentando dilucidar donde se encuentra el misterio en cada pareja y dejándose la piel por lograr esa beta positiva que tanto soñamos. Nuestra beta positiva, es su beta positiva también.  No tengáis ni media duda.

Fue como entrar en la trastienda de la Reproducción Asistida.  Como colarte en la cocina de La Farándula y observar como los cocineros se reúnen en torno a un plato y reflexionan sobre como mejorar la receta.

Me sentí una privilegiada.

Pensé entonces, que desde luego este es un gran trabajo de equipo. Hay gente que nunca vemos que está acunando a nuestros cachorros cuando aún son un conjunto de células. Generalmente los biólogos, aquellos que se esconden en el laboratorio, concentrados y poniendo sus ojos en los microscopios susurrando un “Vamos pequeño, tú puedes” y seleccionando los mejores y haciéndolos pasar a semifinales.

Los andrólogos, que estudian las incógnitas de nuestros diminutos bichitos cuando aún nadan sin saber que entre un millón, habrá uno que será ese bebé que nos dará la mayor alegría del mundo.

Vi en esas ponencias las imágenes de óvulos encontrándose con pequeños navegantes y comenzando esa danza de duplicación que da paso a la vida.  Ahí si que tuve que hacer un esfuerzo total por no llorar de emoción.  Es pasión lo que siento por esa imagen tan maravillosa.  Es vida.  Es magia.  Ahí empieza todo.  Nuestras esperanzas, sueños… nuestros deseos.  Una personita en su inicio, luchando a su modo por hacerse paso en nuestras vidas.

Observé a los facultativos, asintiendo con la cabeza y tan enamorados de su trabajo que consiguió que me bombeara el corazón de pura satisfacción.

Estamos en buenas manos. No lo vemos. No vemos su trabajo… pero hay tanta gente que está luchando por nuestros bebés… que si nos paráramos a pensar, mañana mismo entraríamos en sus consultas con ganas de abrazarlos (en realidad, si lo ves de este modo, son bastante achuchables cuando se quitan el pijama verde, la bata blanca con bolis en los bolsillos y van vestidos con ropa de calle como la gente normal y corriente) aunque ellos no comprendieran nada de nada por ese arrebato de amor.

Aunque si… Es verdad. A veces son serios. Bastante serios y distantes. Pero se lo vamos a perdonar, porque estudiar mucho y dedicar toda tu energía a algo tan importante es lo que tiene.
Pero están ahí, por nosotros, por nuestros cachorros y han sido capaces de darle vida en muchas ocasiones a nuestros sueños y nunca mejor dicho. Ellos saben lo que hacen y deberíamos escucharlos más y confiar en sus palabras.

Me dejaron para la última charla y hasta ese momento no me había puesto nerviosa (porque ya estoy acostumbrada a hablar aquí y allá y me he vuelto una desvergonzada en ese sentido) pero sin que ellos lo supieran estaba absolutamente desbordada por la emoción, porque sentía que tenía una gran responsabilidad: iba a poner palabras a todas aquellas personas que han compartido conmigo su historia y debía hacerlo bien, porque quería dar sentido a lo que acababa de comprender: estamos todos en el mismo equipo, luchando por el mismo sueño.

Me sentí un poco como en esa escena final de FlashDance en la que Alex acude al examen final y tiene que demostrar ante el jurado sus dotes de bailarina.  Un poco así, si señor.

Me temblaba el cuerpo entero y pensé “Como me desmaye aquí mismo ya verás tú que imagen voy a dar… pero bueno, al menos, si alguien pregunta “¿Algún médico en la sala? Todos menos yo y el camarero que está poniendo el café levantarán la mano…”
Respiré profundo y conecté con todo lo que quería decir, para que me saliera requetebién y no me quedara con cara de vaca viendo un tren pasar.

Antes de comenzar les pedí que me escucharan desde el corazón, porque iba a ser necesario.

Les dije que aunque solo me vieran a mí, a mi espalda estabais todos vosotros, los que en más de una ocasión se habían sentado al otro lado de su mesa en la consulta.

Les pedí que en su imaginación retiraran esa mesa y se sentaran más cerca.

Les conté mi historia, que es muy similar a la de muchos de vosotros.

Les dije que si ellos eran capaces de subir una montaña para abrazar a sus hijos, nosotros éramos capaces de pasar por todo esto por abrazar a los nuestros.

Y os juro que sentí que lo comprendieron cien por cien.

Enumeré aquellas cosas que necesitamos: que nos hablen con claridad, con sinceridad… que nos traten con cariño y empatía (porque vamos en muchas ocasiones con la moral por los suelos) que somos padres en stand by y tenemos el alma hecha pedacitos de tanto esperar a nuestros peques.

Les expliqué mi proyecto de acompañamiento con una presentación de esos dibujitos molones que tanto me gustan (ahora se que a los médicos también les gustan los dibujitos molones). Les hablé del libro… de nuestras historias y de la explosión de amor cuando nos encontramos con el hijo por el que hemos luchado tanto.

Hijo. Otra vez esta corriente eléctrica que recorre mi cuerpo.

Mi hijo. El que no tuve y me da fuerza para todo lo que estoy haciendo ahora… su amor me acompaña día tras día, está aquí dentro y su energía me hace fuerte y me hace decir las cosas que os digo y les dije a esta gente tan maja.

En esa sala de Cien Balcones de Daroca se creó un ambiente chulo (y no me mareé ni me caí redonda, resistí hasta el final en pie… como una persona a la que no tienen que socorrer, abanicar ni pedir «Traigan un vaso de agua para esta chica»)

Llegó el mensaje. Os lo puedo asegurar, porque les gustó y me lo hicieron saber (como cuando Txaro Jimenez me tomó del brazo con cariño al terminar la charla y me confesó que se había emocionado y que era súper importante que todos nos pusiéramos en el lugar del otro… de ahí que tenga ganas de ir a Bilbao para volver a verla), porque estoy absolutamente convencida de que hoy se habrán acordado de mis palabras al atender a sus pacientes… yo también me acuerdo de ellos hoy y por eso quería compartir esto con vosotros.

Os lo he dicho… es un poco como si me hubiera vuelto a enamorar, porque no he dejado de pensar en lo mucho que se están esforzando por cada uno de nosotros.

Somos un equipo. Ellos: biólogos, andrólogos, ginecólogos, las enfermeras que nos miman y nos guiñan el ojo en plan «todo irá bien» y nosotros.

Estoy segura que pase lo que pase siempre recordaremos esta época, porque es una parte de nuestra historia y la de nuestros hijos. Lleguen o no.

Tenemos mucha suerte de haber nacido en esta era de científicos prodigiosos que conseguirán que miles de niños acudan a los brazos de sus padres.

Niños como Bruno, que nació el viernes y es el tercer niño que nos da un alegrón de los buenos en el Grupo de Apoyo Hello!

La magia de la naturaleza se da la mano con la magia de la ciencia. Y es ahí donde todo eclosiona y se dan milagritos tan bonitos como este.

Ponernos unos en el lugar de los otros. Hacer equipo. Eso es un tratamiento de Reproducción Asistida: ir a por todas, cada uno desde su posición, uniendo fuerzas… todos somos importantes.

La magia se hace vida todos los días. A veces cuesta un poquito más… pero cada día que pasa hay más estudios, logros y éxitos. Vamos por buen camino. Estoy segura.

Hay mucho trabajo por delante.  Pero merece la pena.  Y no estamos solos en esto.

Tenemos a los mejores de nuestro lado.

Dando vida a nuestros sueños.  Todo por ellos…

bruno

Dr.  Antonio Urries, de Quiron La Floresta Zaragoza, presentando el evento:

antonio urries

El Dr. Franisco Monzón en plena charla:

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Txaro Jimenez de Quiron Bilbao,

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Mark Grossman y la magia de los super embris en la pantalla:

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Dr.  Enrique Perez de la Blanca de Hospital Quiron Málaga,

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Todos muy majos (no dijimos pa-ta-taaa!, vaya, pero no salimos mal del todo eh?… )

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Y yo misma, sin desmayarme ni nada:

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Anécodta de la jornada: Citar a La Farándula no ha sido casual. En la cena posterior tuve la suerte de conocer al gran Daniel Yranzo.  En estas fotos parece que le estoy cantando una copla, pero no… estábamos debatiendo sobre Twitter.

Ole qué arte tiene.  Es el «más mejor».

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